aparicion.

Cansado, dudoso, interrogante y resumidamente triste llego al final de una calle (me devuelvo por la misma y me parece el colmo). Estaciono la bici contra un poste de electricidad, me quito los audifonos, saco el libro, leo dos cuentos pero es imposible concentrarse con esta cosa que tengo en la cabeza que no se lo que es. Me paro, camino unos pasos, busco la llave para desamarrar la bici, y aquí llegamos al instante crucial del relato, giro la cabeza, y OH!, dios mio. Una aparicion. De orejas no tan largas como el comun, pelaje gris con café, y una timidez característica de los suyos, un pequeño conejito.
Me rio, la mente se me aclara, si la revolución existe y sigue en pie es por ellos. Me agacho, intento asumir su misma timidez pero es inevitable que de mi cuerpo surjan ruidos de felicidad que lo ahuyentan un poco. Intento mimetizarme pero no lo consigo y el cruza la reja de un edificio, se instala a comer pasto, y a mi me basta y me sobra con esa sola imagen. Un conejo vale mas que mil palabras. Me siento en la vereda, dejo de evitar los ruidos que nacen dios sabe en que punto de mi cuerpo, y los espasmos de felicidad se apoderan de mi rostro.